Capitulo: Ni Yo, ni Dios
El Budismo, según las palabras de su fundador, se basa en la existencia personal y no en la relación divina.
De esta forma niega la existencia independientemente de un “yo” o “ego”. Todas las tradiciones recurren al concepto del “alma” o “Atman” en sánscrito, como una entidad permanente que nos sobrevive, para conocer otra vida u otras vidas distintas del cuerpo resistente a la muerte, al sueño o a la pérdida de conciencia.
El Budismo la ha buscado sin encontrarla.
De esta forma rechaza también el concepto moderno de un “yo” o “ego” tangible, definido y durable.
Cuando decimos “mi cuerpo”, “mi espíritu”, suponemos la existencia de un ser, de una persona que posee este cuerpo y este espíritu.
Igualmente cuando decimos “mis deseos”, “mi pasado”, etc.
Esto es condenado porque es una creencia ilusoria que origina el egoísmo, el apego a las pertenencias, a los celos, al orgullo, a la envidia, a los otros que viven en el mismo error.
Los conflictos entre los individuos, a las guerras de exterminación entre naciones, toda la maldad que nos agita; nace de esta creencia absurda, de esta sensación de ser distinto, particular y permanente.
Somos como la hoja de papel en relación a todas las cosas. Podemos descomponernos en varios elementos, en las partes y hasta en los átomos que nos componen. Para luchar contra este flujo e impermanencia que nos rodea, los hombres han inventado dos conceptos: Uno para protegerse, otro para la conservación.
El concepto de protección se llama Dios, padre omnipresente y omnipotente que nos protege de nuestra debilidad.
El concepto de conservación se llama “alma” destinada a vivir eternamente y que nos consuela ante el pasaje de la vida.
Estas ideas son “proyecciones mentales sutiles”, irresistibles, porque ellas nacen de nuestra angustia y de nuestra necesidad de vivir.
El hombre se apega tan fuertemente a estos conceptos que no aceptara ninguna palabra que se oponga a ellos.
Para lograr la iluminación es indispensable que nos liberemos de ellos.
El Buda Sakyamuni dijo: “Los hombres dominados por las pasiones y envueltos en la oscuridad no pueden ver esta verdad que va contra la corriente que es sublime, profunda y difícil de comprender.
Ir contra la corriente es una forma de decir que estamos muy ligados a la idea de un ser permanente e individual. A todos nos parece que somos hechos de nuestras acciones pasadas, del momento presente, de nuestros proyectos para el futuro. Que las modificaciones son superficiales, que lo esencial en cada uno de nosotros subsiste.
“Tu no has cambiado”, solemos decir como un halago.
El Budismo afirma lo contrario. Ningún trazo de substancia permanece sin cambio, vivimos en medio de una cadena ininterrupta de relaciones que condicionan nuestra existencia a cada instante.
Esta idea del ego se relaciona, con la noción del pasado y la memoria. Esta sensación de continuidad es una ilusión. Todo lo que concierne a nuestro pasado, que reconstituimos y modificamos constantemente con el pensamiento es lo que ilusoriamente confundimos dando el nombre de “yo”.
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Gracias! Muy bueno! Aunque me parece tan fundamental el tema que me pareció un poco corto.
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